Fundada en 1904 por Antonio Grandal, un inmigrante gallego que llegó a Chile con una representación de café, la empresa se encontró con un inesperado dilema: en lugar de café, todos preferían té. Ante esta situación, Antonio se preguntó: ‘¿Qué hago?’. La respuesta fue clara: empezar a ofrecer pan. Así, se embarcó en su desafío en el mundo de las panaderías.
“Las Rosas Chicas” inició sus operaciones con un local en Av. Brasil, el cual con el tiempo evolucionó hacia un enfoque más industrial. En 1980, Francisco Alvariño y Celia Vidal abrieron un nuevo local en Luis Pasteur, en la comuna de Vitacura. A lo largo de los años, este lugar se ha convertido en una panadería emblemática que ha cultivado la lealtad de sus clientes, destacando por la calidad de sus productos y su amplia variedad de sabores. La panadería también ha incursionado en la elaboración de productos de pastelería, ofreciendo una amplia gama de delicias.
La creencia general sobre el origen del nombre es que está relacionado con la céntrica calle Rosas. En esa misma calle, existía una panadería conocida como “Las Rosas Grandes”. Así, la idea de llamar a la nueva panadería “Las Rosas Chicas” surgió como un juego ingenioso. Sin embargo, en cuanto al verdadero origen del nombre, no hay certezas. Curiosamente, ninguna generación pasada se planteó indagar sobre el intrigante trasfondo de ese nombre.